jueves, 27 de noviembre de 2008

Recordando un día de clase. (NARCI NUÑEZ)

LAS OTRAS PEQUEÑAS COSAS

"Iniciabansé los años 60 con sus grandes cambios culturales, y la primavera manchega se cernía como una alfombra multicolor sobre los campos de Almadén y su Comarca...” Se que era primavera porque una caterva de niñas, de ojos diáfanos, mirábamos, tras los grisáceos cristales, los mágicos reflejos con que los rayos de sol más madrugadores bruñían las jóvenes hojas de los árboles del solar colindante, en tanto que nuestra vivaracha maestra se afanaba en magistrales enseñanzas.

De repente, la "seño" quedó con la mano inmóvil en el aire y solo se escuchó el sonido del silencio en el familiar recinto. En el vano de la puerta acababa de recortarse la fantástica figura de nuestro Director, D. Escolástico, que nuestros ojos infantiles agigantaron hasta el infinito. Es curioso como, a pesar de estar acostumbradas a sus visitas, siempre lograba sorprendernos. Con expectante nerviosismo, aguardamos las preguntas que sabíamos iba a formularnos tras el saludo ritual, pues periódicamente nos enfrentábamos a sus "especiales" tests, con el paso de los años supe juzgar y entender lo que de jocoso había en ellos, pero por aquel entonces los revestíamos de una extraordinaria importancia, que para oficializar el "paripé", habíamos de contestar por escrito en unas hojas de cuaderno que nos repartían. ¡Lástima que tan solo recuerde dos de las preguntas que nos hizo en distintas etapas!
-A ver, niñas, conozcamos y juzguemos vuestra agudeza mental - empezó D. Escolástico su disertación- ¿Cómo son los ojos de la Virgen María?

Muy calladitas, escribimos la solución y, cuando nos lo ordenaron, fuimos leyendo cada una nuestra respuesta:
-¡Azules! ¡Negros! ¡No, no, marrones! ¡Qué va, son verdes!...
D. Escolástico, con su proverbial seriedad, pero tal vez con una benévola sonrisa en su interior, nos reprendía:
- Niñas, niñas, los ojos de la Virgen María son... ¡Misericordiosos!


Aún no se habían extinguido los ecos de nuestro decepcionado ¡Oooooh!, cuando ya resonaba en clase la segunda pregunta:

-Atención. Si nos asomamos por la ventana y en uno de aquellos árboles vemos 3 pájaros, en el otro árbol 2 y en un tercer árbol 5 pájaros; a continuación, un cazador mata 4 pájaros de un tiro ¿Cuántos pájaros quedan?

Ah! por fin una pregunta fácil. Estaba "chupao". Cogí mi lapicero y con una actitud de insufrible "sabidilla", empecé a esbozar sumas y restas hasta llegar a la ansiada solución: 3+2+5=10; 10-4=6. Soluc. 6.

En la mayor parte de las hojas aparecía el mismo resultado y es que "éramos las mejores". Hasta que la voz de D. Escolástico, ahora si con un deje irónico, nos volvió al mundo real:

-¡Pero niñas! ¿Cómo van a quedar 6? C-U-A-T-R-O ¡Solo quedan cuatro, precisamente los muertos, porque los demás se van en cuanto escuchan el disparo!

Seguro que estuvo riéndose durante un tiempo...


PD.- Antes de juzgar la simpleza o no de estos apuntes, os ruego tratéis de penetrar en la mentalidad de unas niñas de 8 ó 9 años.

Narci Núñez Martínez